Page 221 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
P. 221
Incluyendo, desde luego, la misma cantidad de bebida, el
mismo grado de ebriedad, ya que aquello también pudo
ser un factor vital. Tal como había hecho cuando estuvo allí
en el período precedente, se mantenía sobrio durante el
día, por más desanimado que se levantase, caminando sin
cesar por la habitación y sintiéndose presa de la desespera‐
ción (entonces, por un argumento; ahora, por una solu‐
ción). Al igual que entonces, sólo se permitía empezar a be‐
ber después de tomar una sencilla cena, y luego espaciaba
las copas para que le durasen toda la noche, o hasta que se
marchaba a la cama enfurecido.
¿Dónde estaba el fallo? Él había inventado a los marcia‐
nos, imaginando su existencia, ¿no? Entonces, ¿por qué no
podía anularlos ahora que había dejado de imaginar que
realmente existían, ahora que había aprendido la verdad?
Lo había conseguido, desde luego, en lo que a él se refería.
¿Pero por qué las demás personas no dejaban de verlos y
oírlos? Debía de ser una barrera mental, se dijo. Pero el sa‐
ber de qué se trataba no le sirvió de nada.
Bebió un sorbo de la bebida que tenía en el vaso y se lo
quedó mirando, tratando de recordar exactamente –por
milésima vez desde que llegó a la cabaña– cuantas copas
bebió aquella noche de marzo. Sabía que no eran muchas;
no había sentido sus efectos, como tampoco ahora sentía
los efectos de las dos que había bebido antes de la que tenía
en la mano. ¿O quizá la bebida no tenía nada que ver con
aquello después de todos?
221

