Page 46 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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los objetos sólidos. Y debían tener excelente vista, porque
podían leer la más pequeña letra de imprenta en los docu‐
mentos plegados guardados en las mesas de despacho, en
las cajas de caudales cerradas. Podían leer cartas y hasta
libros sin necesidad de abrirlos.
Tan pronto como se supo esto, todos comprendieron que
nunca volverían a sentirse seguros de su aislamiento mien‐
tras los marcianos estuvieran en la Tierra. Aunque no hu‐
biera un marciano en la habitación con ellos, podía haberlo
en la habitación contigua o fuera del edificio, contemplán‐
doles a través de la pared.
Muy pocas personas supieron o adivinaron tal cosa la pri‐
mera noche. (Luke Deveraux, por ejemplo, debería haberlo
adivinado, porque su marciano había leído las cartas de
Rosalind guardadas dentro de una maleta cerrada; pero en
aquel momento Luke tampoco sabía si el marciano había
abierto la maleta para coger las cartas. Y cuando Luke
contó con aquellos dos hechos para llevar a cabo una de‐
ducción inteligente, ya no se encontraba en estado de hacer
ningún tipo de deducción.) Y aquella primera noche, antes
de que la gente se enterase de ello, los marcianos tuvieron
oportunidad de ver muchas cosas. Especialmente los miles
de ellos que kwimmaron de repente a habitaciones oscuras
y se sintieron lo bastante interesados en lo que ocurría allí
para mantenerse callados durante un rato.
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