Page 45 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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A veces dejaba la gaita y les miraba, sin decir nada, lo cual
era probablemente lo más irritante que podía decir.
A la una de la madrugada, la impaciencia de Bill Gruder
estalló.
–Al diablo con todo esto. Él no puede ver en la oscuridad,
y si bajo las cortinas antes de apagar la luz...
La voz de Dorothy pareció preocupada.
–Querido, ¿cómo podemos saber que no ve en la oscuri‐
dad? Los gatos pueden hacerlo, y las lechuzas.
Bill vaciló, pero sólo por un instante.
–Maldición, querida; aunque pueda ver en la oscuridad,
no podrá ver a través de las mantas. Hasta podemos qui‐
tarnos la ropa debajo de las sábanas.
Se acercó a la ventana y la dejó caer de golpe, y luego bajó
las cortinillas, sintiendo una irritada satisfacción al atrave‐
sar al marciano en ambas operaciones. Bajó la cortina de la
otra ventana y luego apagó la luz. Después regresó a la
cama a tientas.
Y aunque el deseo de guardar silencio les inhibía en cierto
modo, y ni siquiera querían hablar en susurros, aquélla fue
una noche de bodas después de todo.
Se habrían sentido menos satisfechos –y estuvieron me‐
nos satisfechos al día siguiente– si hubieran sabido, como
todo el mundo descubrió al cabo de un día o dos, que los
marcianos, no solo podían ver en la oscuridad, sino incluso
a través de las mantas. Hasta de las paredes. Algún tipo de
visión de rayos X, o más probablemente alguna habilidad
especial como la de kwimmar, les permitía ver a través de
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