Page 69 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
P. 69
Buscó la página de los anuncios, y miró las demandas. Al
principio pensó que no había ninguno de tales anuncios,
pero luego encontró un cuarto de columna. Sin embargo,
en lo que al él se refería era igual que si no hubiera nin‐
guno; lo comprendió al cabo de unos minutos. Los empleos
que se ofrecían sólo eran de dos categorías: puestos técni‐
cos altamente especializados requiriendo una formación y
experiencia especiales, y los de «No se necesita experien‐
cia», solicitando vendedores a domicilio, sólo a comisión.
Luke había probado aquel trabajo, uno de los más duros
existentes, muchos años antes, cuando era joven y empe‐
zaba a escribir; y había quedado convencido de que no era
capaz ni de regalar muestras gratuitas, ni mucho menos de
vender nada. Y aquello fue en los «buenos tiempos». No
serviría de nada el que lo intentase ahora, a pesar de lo de‐
sesperado de su situación.
Volviendo a cerrar el periódico, se preguntó si se habría
equivocado al venir a Long Beach. ¿Por qué lo había hecho?
Desde luego, no porque la clínica mental donde trabajaba
su ex esposa estuviera allí. No pensaba buscarla; había ter‐
minado con las mujeres. Al menos durante mucho tiempo.
Una breve pero desagradable escena con Rosalind, al día
siguiente de su regreso a Hollywood, le había convencido
de que el marciano no mentía respecto a lo ocurrido en el
apartamento de ella la noche anterior. (Malditos, nunca
mentían cuando decían algo, uno tenía que creerles.)
¿Habría sido un error ir a Long Beach?
69

