Page 64 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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sin trabajo. Actores, productores, locutores..., todos. Todos
iban en el mismo barco y el barco se hundió de pronto.
Y por una reacción secundaria, todo lo demás en Holly‐
wood sufría las consecuencias. En quiebra, o muy cerca, es‐
taban los miles de tiendas, salones de belleza, hoteles, ba‐
res, restaurantes y clubes nocturnos cuya clientela habitual
era la gente del cine.
Hollywood se convertía en un pueblo desierto. Los úni‐
cos que quedaban eran aquellos que, por una u otra razón,
no podían marcharse. Él tampoco hubiera podido mar‐
charse, de no ser a pie si hubiera esperado mucho más.
Quizá debía haberse alejado aún más de Hollywood,
pero no quería gastar mucho en viajes. Y de cualquier
modo, las cosas estaban difíciles en todas partes.
En todo el país –excepto en Hollywood, que se rindió en
el acto–, el lema durante la última semana había sido «Tra‐
bajamos como de costumbre».
Y en algunos negocios era más o menos cierto. Uno puede
acostumbrarse a conducir un camión con un marciano bur‐
lándose de la forma en que uno conduce o saltando sin ce‐
sar encima del capó. O se pueden vender comestibles en un
mostrador con un marciano sentado –ingrávido pero ina‐
movible– sobre la cabeza, moviendo las piernas delante del
rostro de la víctima y mofándose de él y del cliente. Cosas
así pueden ser una prueba para los nervios, pero pueden
hacerse.
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