Page 71 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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el resto de valores habían bajado por lo menos varios ente‐
ros. Las grandes bajas habían ocurrido la semana anterior.
Luke pagó al limpiabotas y dejó el periódico.
Una fila de personas que daba la vuelta a la esquina, le
hizo seguirla para ver adónde llevaba. Era una agencia de
colocación. Por un momento pensó en volver y unirse a la
cola; luego, en la ventanilla, vio un letrero que decía: «Ins‐
cripción, diez dólares», y decidió no probar fortuna. Con
cientos de personas inscribiéndose, la posibilidad de obte‐
ner un empleo por medio de aquella agencia no valía diez
dólares de su escaso capital. No obstante, cientos de perso‐
nas los estaban pagando.
Y si había alguna agencia de colocación que no cobrase la
inscripción, la cola sería mucho más larga.
Luke siguió caminando.
Un hombre alto, de mediana edad, con ojos brillantes y
una enmarañada barba gris, se hallaba de pie encima de un
cajón en la acera, entre dos coches aparcados. Media do‐
cena de personas le escuchaban sin mayor interés. Luke se
detuvo y se apoyó en la pared de un edificio.
–¿Y por qué, pregunto, nunca dicen mentiras? ¿Por qué
son veraces? ¿Por qué? A fin de que, ya que no dicen men‐
tiras pequeñas, vosotros creáis en su gran mentira.
»¿Y cuál, amigos míos, es su gran mentira? La de que
ellos son marcianos. Eso es lo que quieren que creáis, para
la eterna perdición de vuestras almas.
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