Page 66 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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fuese posible continuarla. Borremos pues a los jugadores


          de béisbol, taquilleros, acomodadores, boxeadores, opera‐


          dores de cine y televisión.


            Sí,  las  cosas  iban  a  ser difíciles.  La  Gran  Depresión  de



          1929 empezaba a verse como un período de prosperidad.


            Sí, pensaba Luke, iba a costarle mucho encontrar trabajo.


          Y  cuanto  antes  empezase  a  buscarlo,  mejor.  Tiró  impa‐


          ciente las últimas cosas de la maleta en los cajones de la


          cómoda, observando con algo de sorpresa que la camiseta


          de Margie estaba entre ellas. ¿Por qué habría traído aque‐


          llo? Se tocó el rostro para ver si se había afeitado, se pasó


          el peine rápidamente por el cabello y salió de la habitación.


            El teléfono estaba sobre una mesita en el vestíbulo y Luke



          se sentó allí ante el listín telefónico. Dos periódicos de Long


          Beach encabezaban su lista. No es que confiase realmente


          en entrar en ninguno de ellos, pero el de reportero era el


          trabajo más adecuado en que podía pensar, y no perdería


          nada con intentarlo, excepto un par de monedas. Además,


          en el News conocía a Hank Freeman, lo que podía serle de


          cierta utilidad para presentarse en uno de los dos periódi‐



          cos.


            Marcó el número del News. Había un marciano en la cen‐


          tralita parloteando al mismo tiempo que la telefonista, in‐


          tentando confundir las llamadas y a veces consiguiéndolo,


          pero finalmente logró hablar con Hank. Éste trabajaba en


          la sala de redacción.


            –Luke Deveraux, Hank. ¿Cómo van las cosas?








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