Page 75 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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pocos  segundos  se  inclinaba,  sacando  una  larga  lengua


            amarillenta para lamer la sopa. Luego hacía ver que escu‐


            pía en la sopa, produciendo un ruido muy desagradable.


               El hombre gordo con el cucharón no le prestaba ninguna



            atención,  y  continuaba  sirviendo  sopa  a  través  del  mar‐


            ciano. Algunas de las personas en la fila –las que ya habían


            estado allí en otras ocasiones, sospechó Luke– tampoco pa‐


            recían darle importancia, o pasaban con la mirada clavada


            en otro punto.


               Luke  contempló  la  escena  durante  un  minuto  más  y


            luego  salió  fuera.  No  se  puso  en  la  cola.  Sabía  perfecta‐


            mente que la presencia del marciano no tenía ningún efecto


            sobre la sopa. Pero de todos modos todavía no tenía tanta



            hambre, ni la tendría mientras le durase el dinero.


               No tardó en hallar una pequeña cafetería, vacía de clien‐


            tes y, por el momento al menos, también felizmente vacía


            de marcianos. Se comió un bocadillo de salchichas y luego


            pidió otro y una taza de café.


               Había acabado el segundo bocadillo y media taza de café


            cuando el camarero, un muchacho alto y rubio de unos die‐



            cinueve años, le dijo:


               –Déjeme que vuelva a calentar el café.


               Y llevó la taza a la cafetera automática, la volvió a llenar


            y la devolvió.


               –Gracias –dijo Luke.


               –¿Quiere un trozo de tarta?


               –Oh... no, creo que no.


               –Tarta de arándanos, regalo de la casa.




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