Page 78 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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Pero el marciano no quería largarse. Siguió al lado del po‐
bre Alf, cantando alegremente con voz estridente. Alf lanzó
una rápida mirada por encima del hombro y vio que su
víctima había dado media vuelta, se palpaba los bolsillos y
se preparaba a correr detrás de él y su pequeño compañero.
Alf corrió como alma que lleva el diablo. Dio la vuelta a
la esquina y cayo en los brazos de un imponente policía.
No es que los marcianos estuvieran contra el delito o los
delincuentes, estaban contra todo y contra todos. Adora‐
ban armar escándalo, y atrapar a un delincuente, fuese pla‐
neando un delito o en el acto de cometerlo, les proporcio‐
naba una magnífica ocasión para divertirse.
Pero una vez el criminal en poder de la justicia, eran
igualmente aficionados a atormentar a la policía. En los tri‐
bunales eran capaces de irritar de tal modo a los jueces,
abogados, testigos y jurados que siempre había más vistas
suspendidas que conclusas. Con los marcianos en las Au‐
diencias, la justicia tendría que ser sorda al tiempo que
ciega para poder ignorar su presencia.
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–Una tarta estupenda –dijo Luke, dejando el tenedor–.
Gracias otra vez.
–¿Más café?
–No, gracias. Ya he bebido bastante.
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