Page 1017 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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En el monasterio, los dos hombres que esperaban
junto al muro estaban mirando hacia arriba. En el
edificio situado al otro lado de la calle, una mole de
hormigón moteada por manchas de humedad, habían
aparecido tres hombres sobre la desmoronada cornisa
del tejado. Traían su propio cable, los últimos quince
metros más o menos de un rollo mucho más largo que
ahora serpenteaba detrás de ellos, deshaciendo la
travesía que habían realizado por los tejados desde la
esquina sur del Hogar de Esputo.
El rastro de cable que habían dejado discurría
sinuoso entre los tejados de las chabolas. Se unía a la
legión de cañerías que describían erráticas sendas entre
los palomares. Se enroscaba alrededor de los capiteles
y se pegaba contra las tejas de pizarra como un feo
parásito. Se inclinaba ligeramente sobre las calles, siete,
catorce o más metros sobre el suelo, cerca de los
pequeños puentes tendidos entre las cornisas. Aquí y
allá, donde la distancia era de dos metros o menos, el
cable simplemente se extendía sobre un vacío que sus
portadores habían atravesado de un salto.
El cable se perdía en dirección suroeste, después de
descender abruptamente y sumergirse, a través de un
canalón de drenaje mugriento, en las alcantarillas.
Los hombres se dirigieron hacia la salida de
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