Page 1019 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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a  enroscar  las  marañas  de  enormes  alambres  para

            conectar             los       materiales              conductores.                Trabajó

            rápidamente  hasta  que  los  dos  extremos  del  fibroso


            metal  estuvieron  unidos  en  un  nudo  grueso  pero

            funcional.

                Abrió su caja de herramientas y extrajo dos pequeñas


            botellas. Las sacudió durante breves instantes, abrió el

            tapón  de  una  de  ellas  y  vertió  rápidamente  su


            contenido  sobre  los  alambres.  El  viscoso  líquido  se

            filtró  y  saturó  la  conexión.  El  hombre  repitió  la

            operación  con  la  segunda  botella.  Cuando  los  dos


            líquidos  se  encontraron  se  produjo  una  audible

            reacción química. El hombre retrocedió, extendiendo el


            brazo para poder seguir vertiendo el líquido, y cerró

            los ojos mientras empezaba a brotar humo del metal

            cada vez más caliente.


                Los  dos  productos  químicos  se  encontraron,  se

            mezclaron,  entraron  en  combustión  y  empezaron  a

            despedir gases tóxicos con un estallido rápido de calor


            lo  suficientemente  intenso  como  para  convertir  los

            alambres en una malla sellada.

                Una  vez  que  la  temperatura  hubo  descendido,  los


            dos  hombres  empezaron  el  trabajo  final:  envolver  la

            nueva conexión con jirones deshilachados de arpillera


            y  cubrirla  con  una  mano  de  pintura  espesa  y

            bituminosa que, al secarse rápidamente, cubrió el sello




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