Page 1020 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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de metal y lo aisló.
Los hombres de la escalera de incendios estaban
satisfechos. Se volvieron y regresaron al tejado, desde
donde se dispersaron por la ciudad tan rápidamente
como el humo en la brisa, sin dejar el menor rastro.
A lo largo de toda una línea que discurría entre el
Meandro Griss y el Cuervo, tenían lugar operaciones
similares.
En las alcantarillas, hombres y mujeres avanzaban
furtivamente a través de los siseos y el goteo de los
túneles subterráneos. Cuando era posible, estos grupos
grandes eran conducidos por trabajadores que
conocían algo sobre la ciudad subterránea: operarios
de las alcantarillas, ingenieros, ladrones. Todos ellos
estaban provistos de mapas, antorchas, armas e
instrucciones precisas. Diez o más figuras, algunas de
ellas cargadas con rollos de pesado cable, avanzarían
juntas a lo largo de la ruta que les había sido
encomendada. Cuando uno de los rollos de cable se
agotase, lo sustituirían por otro y continuarían.
Se producían retrasos peligrosos cuando los grupos
se perdían o se extraviaban en dirección a zonas letales:
nidos de gules y guaridas de infrabandas. Pero se
corregían unos a otros, siseaban pidiendo ayuda y
regresaban guiados por las voces de sus camaradas.
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