Page 1023 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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siquiera ellas podían competir con la majestad de la
estación de la calle Perdido.
Las luces parpadeaban a lo largo de su topografía,
vasta e indigna de confianza, mientras recibía los ahora
brillantes trenes en sus entrañas como ofrendas. La
Espiga perforaba las nubes como una lanza presta,
pero no era nada comparada a la estación: una pequeña
addenda de hormigón al gran leviatán de mala fama que
se desparramaba en obsesa satisfacción sobre el mar de
la ciudad.
El cable serpenteaba hacia él sin pausa, alzándose y
descendiendo sobre la superficie de Nueva Crobuzon
en alas de su oleaje.
La fachada oeste de la estación de la calle Perdido
miraba a la Plaza BilSantum. La plaza estaba
abarrotada y era hermosa, con los carruajes y los
transeúntes que circulaban constantemente alrededor
de los parques que había en su centro. En medio de este
verde exuberante, los malabaristas, los magos y los
vendedores de los puestos entonaban cantos ruidosos
y ofrecían a gritos sus mercancías. La ciudadanía era
despreocupadamente ajena a la monumental
estructura que dominaba el cielo. Solo reparaban en su
fachada, con placer distraído, cuando al atardecer los
rayos del sol caían de plano sobre ella y aquella
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