Page 165 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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entrada.
—Buenos días —replicó el hombre detrás del
escritorio.
La oficina era pequeña y cuadrada, con ventanas
pequeñas de vidrio ahumado que ofrecían vistas del
Griss Bajo y los arcos de la línea férrea Sur. Una de las
paredes quedaba oscurecida por la amenazadora masa
oscura del edificio principal del Parlamento. En aquel
paramento se abría una diminuta portezuela corredera.
En una esquina, en precario equilibrio, había una pila
de cajas.
La pequeña estancia era una de las cámaras que
sobresalían del edificio principal, muy por encima de
la ciudad circundante. Las aguas del Gran Alquitrán
discurrían quince metros más abajo.
El repartidor descargó los paquetes y las cajas del
carrito frente al caballero pálido, de mediana edad,
sentado frente a él.
—Hoy no hay demasiadas, señor —murmuró,
frotándose los huesos doloridos. Lentamente se dio la
vuelta por donde había venido, arrastrando el carro a
su espalda.
El secretario examinó los paquetes mientras tomaba
breves notas en su máquina de escribir. Realizaba
entradas en un enorme libro mayor etiquetado
«ADQUISICIONES», hojeando las páginas entre
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