Page 168 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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una  nueva  jaula  se  balanceaba  hasta  situarse  en  su

            posición frente a la oficina del secretario.

                El  encargado  de  Adquisiciones  trabajaba  con


            rapidez. En menos de quince minutos había clasificado

            y enviado casi todas las rarezas que habían llegado a

            su  mesa.  Fue  entonces  cuando  vio  uno  de  los  pocos


            paquetes  restantes,  que  se  agitaba  de  forma  extraña.

            Dejó de escribir y lo tocó con el dedo.


                Los sellos que lo adornaban declaraban que acababa

            de llegar en un barco mercante, de nombre escondido.

            Bien  escrito  en  el  frente  del  paquete  aparecía  su


            destino: «Dra. M. Barbile, Investigación y Desarrollo».

            El  secretario  oyó  el  sonido  de  rasguños.  Vaciló  un


            momento  y  entonces  desató  con  sumo  cuidado  las

            cuerdas que lo cerraban. Observó el interior.

                Dentro, en un nido de trizas de papel que mascaban


            con diligencia, había una masa de gruesos gusanos más

            grandes que su pulgar.

                El hombre se retiró, abriendo los ojos tras sus gafas.


            Las  criaturas  eran  de  un  color  asombroso,  hermosos

            rojos oscuros y verdes con la iridiscencia de las plumas

            de  un  pavo  real.  Se  revolvían  y  agitaban  para


            mantenerse  sobre  sus  diminutas  y  pegajosas  patas.

            Gruesas antenas sobresalían de la cabeza, por encima


            de una boca minúscula. La parte delantera del cuerpo

            estaba cubierta por un pegajoso vello multicolor que no




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