Page 170 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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oscuro pasillo no llegaba sonido alguno.
Regresó a su escritorio, calculando frenético el riesgo
y el beneficio. Examinó con cuidado el albarán. Estaba
precedido por un encabezado ilegible, pero la
información se había escrito a mano. Abrió un cajón del
escritorio sin darse tiempo a pensar, revisando sin
cesar el pasillo desierto, y sacó un abrecartas y una
pluma. Rascó con sumo cuidado la rayita superior y el
fin de la curva del número «5». Sopló el polvo de tinta
y papel, y alisó cuidadosamente el albarán arrugado
con la pluma. Después lo volvió y mojó en tinta la
punta. Meticulosamente, encauzó la base del guarismo,
y la convirtió en líneas cruzadas.
Cuando al fin terminó, se enderezó y valoró con ojo
crítico su trabajo. Parecía un «4».
Ya ha pasado lo difícil, pensó.
Buscó algún contenedor a su alrededor, le dio la
vuelta a los bolsillos y se rascó la cabeza, pensativo. Su
rostro se iluminó y extrajo el estuche de sus gafas. Lo
abrió y lo rellenó con trozos de papel. Entonces, con
una mueca de ansioso desagrado, se cubrió la mano
con el puño de la camisa y la metió en la caja. Sentía los
bordes suaves de uno de los ciempiés entre sus dedos.
Con el mayor cuidado y rapidez de los que fue capaz,
lo arrancó de sus compañeros y lo depositó en el
estuche. Cerró de inmediato la tapa sobre la frenética y
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