Page 167 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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tarjetas de programas que obraban en su poder, cada

            una  claramente  marcada:  «Milicia»,  «Inteligencia»,

            «Fondos», etc. Deslizó la tarjeta apropiada en la ranura


            junto a la portezuela.

                Se  produjo  un  zumbido.  Diminutos,  sensibles

            pistones reaccionaron a la presión. Alimentados por el


            vapor  procedente  de  las  vastas  calderas  del  sótano,

            delicados  engranajes  rotaron  sobre  la  tarjeta.  Allá


            donde los dientes, provistos de muelles, encontraban

            secciones cortadas en la tarjeta, se introducían por un

            momento y hacían que un minúsculo interruptor fuera


            activado  en  el  mecanismo.  Cuando  las  ruedas

            completaban su breve exploración, la combinación de


            interruptores  encendidos  y  apagados  se  traducía  en

            instrucciones binarias que volaban por la corriente de

            vapor  y  electricidad  que  surcaba  los  tubos  y  cables,


            hasta llegar a máquinas analíticas ocultas.

                La jaula se liberó de sus anclajes y comenzó su rápido

            movimiento  balanceante  bajo  la  piel  del  Parlamento.


            Recorrió los túneles ocultos arriba y abajo, a un lado y

            a  otro,  diagonalmente,  cambiando  de  dirección,

            transfiriéndose bamboleante a nuevas cadenas durante


            cinco,  treinta  segundos,  dos  minutos  o  más,  hasta

            llegar a su destino, donde golpeó una campana para


            anunciarse. Otra puerta deslizante se abrió ante ella y

            quedó liberada la caja al alcanzar su destino. A lo lejos,




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