Page 219 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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rehechos  que  morían  convertidos  en  guiñapos

            famélicos, alcoholizados, pestilentes.

                Unos  pocos  y  arcaicos  constructos  tambaleantes


            vagaban  por  las  calles,  esquivando  con  torpeza  las

            rocas y el barro que les arrojaban los niños sin hogar.

            Las  pintadas  cubrían  todas  las  paredes.  Los  poemas


            soeces y los dibujos obscenos competían con lemas del

            Renegado Rampante y plegarias ansiosas:


                « ¡Llega Mediamisa!».

                « ¡Contra la lotería!».

                « ¡El Alquitrán y el Cancro son las piernas/de una


            amante que la ciudad echa de menos/violada como está

            por las cadenas/ de los hijos de puta del Gobierno!».


                Las  paredes  de  las  iglesias  no  se  salvaban.  Los

            monjes verulinos limpiaban como podían, en nerviosos

            grupos, la pornografía que mancillaba su capilla.


                Había  xenianos  entre  la  multitud.  Algunos  eran

            acosados, en especial las pocas khepri. Otros reían y

            bromeaban  y  juramentaban  con  sus  vecinos.  En  una


            esquina, un cacto discutía feroz con un vodyanoi, y el

            resto  del  numeroso  grupo  abucheaba  a  ambos  por

            igual.


                Los  niños  siseaban  para  pedirle  unos  estíveres  a

            Derkhan al pasar junto a ellos. Los ignoraba, pero sin


            apretar el bolso contra su cuerpo para no identificarse

            como una víctima. Caminaba agresiva por el corazón




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