Page 423 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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una forma más oscura lo siguió a los cielos.

                El  intrincado  neonato  se  deslizó  por  una  ventana

            superior y se lanzó al crepúsculo. Sus movimientos en


            tierra  eran  precavidos,  cada  desplazamiento  parecía

            experimental. En el aire renació. No había titubeos, solo

            gloria vivaz.


                Las  alas  irregulares  se  juntaban  y  separaban  con

            enormes, silenciosas ráfagas que desplazaban grandes


            bocanadas  de  aire.  La  criatura  giró,  batiendo

            lánguidamente, desplazándose por el firmamento con

            la  torpeza  caótica  de  la  mariposa.  A  su  paso  dejaba


            corrientes de aire y sudor y otras exudaciones afísicas.

                La criatura aún se estaba secando.


                Estaba exaltada. Lamió el aire fresco.

                La ciudad se ulceraba como el moho bajo ella. Un

            palimpsesto de impresiones sensoriales la envolvió por


            completo: sonidos y olores y luces que se filtraban en

            la  mente  oscura  en  una  oleada  sinestética,  una

            percepción alienígena.


                Nueva Crobuzon emanaba el rico aroma de la presa.

                Se  había  alimentado,  se  había  saciado,  pero  la

            superabundancia de comida la confundía, gloriosa, y


            babeaba y gruñía, apretando sus enormes dientes con

            frenesí.


                Descendió.  Las  alas  batieron  y  temblaron  al  caer

            sobre las lóbregas callejuelas. Su corazón de predador




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