Page 238 - Un Mundo Fuera Del Tiempo - Larry Niven
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Larry Niven                                                        Un mundo fuera del tiempo


               Giró un poco la cabeza y echó una mirada antes


               de volver lentamente al mar rojizo y espumoso.



                  Una marsopa del tamaño de una ballena. «Así


               que,  después  de  todo,  acabamos  con  las


               ballenas», pensó Corbell; «y después se produjo


               un desequilibrio ecológico…»


                  —Tengo  que  dar  por  sentado  que  me  oyes,


               Corbell. Te estoy rastreando hacia el continente


               más  meridional,  donde  estaba  antes  la  capital



               de los Varones. No puedes despistarme porque


               no puedes abandonar el coche. Háblame.


                  Al parecer le seguía, de todos modos. Empujó


               la llave hacia arriba y preguntó:


                  —¿Hay comida en el auto?


                  —Hola, Corbell. Si vuelves a tratar de robarme


               las drogas, te matarás. He colocado trampas.


                  —No lo haré.


                  —Entonces buscaremos en lugares separados.



               Te  doy  un  año  para  que  encuentres  la


               inmortalidad  de  los  dictadores.  Ojalá  pudiera


               darte más, pero ya sabes cómo estoy. Si hallas la


               droga,  me  convertiré  en  tu  mujer.  Si  no,  te


               mataré.


                  —¡Qué difícil elección! —exclamó él, riendo.


                  —No me conociste cuando era hermosa. Para



               ti soy la única mujer, Corbell. No hay otras.





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