Page 118 - Kraken - China Mieville
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Collingswood sonrió.
—Ella tiene razón —dijo Baron—. Todo se
retrasó. Vino después. Al final acabamos más
liados que nunca. Mire, a mí me importa un bledo
lo que quieran hacer esos grupos, siempre que se
lo guarden para ellos solitos. Se pueden pintar
enteros de azul y follarse un cactus, pero que lo
hagan de puertas para adentro y sin involucrar a
civiles. Vive y deja vivir. Pero no es eso lo que nos
causa problemas.
Golpeó con un dedo sobre la mesa con cada
una de las palabras que pronunció a continuación:
—Todos esos grupos no son más que
revelaciones, apócrifos…
—Siempre se reducen a lo mismo —dijo
Collingswood.
—En parte sí —dijo Baron—. En cualquier libro
sagrado, es el último capítulo lo que despierta
nuestro interés.
—Juan el Teólogo de los cojones —dijo
Collingswood—. El puto pim pam pum.
—Adonde quiere llegar mi compañera es a que
nos enfrentamos a una oleada de sanjuanes. Una
especie de epidemia de más allás. Vivimos —dijo
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