Page 39 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
P. 39
por la extraña muerte del asteroide las apresa y las
arroja hacia la Estrada. La aceleración le presta una
gravidez inesperada, y la estructura de zafiro de la
nave canta a su alrededor.
El campo tarda unos instantes en reiniciarse y filtrar
el ruido de partículas y la locura. Mieli contiene la
respiración: pero ninguna nave negra y ahusada
como un colmillo emerge de la incandescencia que se
expande lentamente tras ellas. O bien han sucumbido,
incineradas, o bien han perdido la pista de su objetivo
en medio del caos subatómico. Levanta el autismo
para permitirse experimentar un momento de triunfo.
—Lo conseguimos —dice.
—¿Mieli? No me siento muy bien.
Una mancha negra se propaga por el casco de la nave.
En el centro hay una diminuta astilla negra, fría y
siniestra. Un nanomisil de los arcontes.
—Expúlsalo. —El miedo y el asco saben a bilis tras el
autismo de combate, crudos y pestilentes.
—No puedo. Ya no puedo tocarlo. Sabe igual que la
prisión.
Mieli ruge una plegaria en su cabeza, dirigida a la
parte de su mente bendecida por la diosa de la
Sobornost. Pero la pellegrini no responde.
A mi alrededor, la nave agoniza.
39

