Page 42 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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navaja,            me          dibuja            una          dolorosa              pincelada


           sanguinolenta en el antebrazo.



           Hace calor ahora, y el tufo a serrín lo impregna todo.


           La oscuridad continúa extendiéndose por las paredes:


           la  nave  se  quema,  convirtiéndose  en  algo  más.


           Asciendo con el corazón martilleando en mi pecho,


           como  si  tuviera  dentro  un  jorobado  tocando  las


           campanas de Notre‐Dame.



           Puedo  ver  el  nido  del  piloto  a  través  del  zafiro:


           demenciales remolinos de niebla útil como ondas de


           calor en el aire, con Mieli suspendida en su interior,


           con los ojos cerrados. Aporreo la puerta con el puño.




           —¡Déjame entrar!



           Desconozco  si  su  cerebro  habrá  sufrido  ya  algún


           daño.  Que  yo  sepa,  a  estas  alturas  podría  haber


           ingresado  incluso  en  prisión.  Pero  de  lo  contrario,


           tengo que sacarla de aquí. Intento afianzarme en mi


           asidero y estrello el talón contra la puerta. Pero no


           servirá de nada a menos que ella o su nave ordenen al


           zafiro inteligente que se abra.



           Zafiro.  Recuerdo  su  expresión  cuando  desperté  con


           una erección. Está leyendo el informe biótico de este


           cuerpo, pero debe de filtrarlo. A no ser que exista un


           umbral…













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