Page 41 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
P. 41
Diablos, no. Siempre hay una salida. Nunca estás en
una prisión a menos que creas estarlo. Me lo contó
una diosa.
De repente, sé exactamente qué tengo que hacer.
—Nave.
No obtengo respuesta. ¡Maldición!
—¡Nave! ¡Necesito hablar con Mieli! —Aún nada.
Empieza a hacer calor dentro del camarote. Debo
ponerme en marcha. En el exterior, las alas de
Perhonen llamean como auroras boreales atrapadas,
ardiendo en el espacio que nos rodea. La nave posee
tanta aceleración que ha adquirido incluso un ápice
de gravedad, al menos medio g. Pero todas las
direcciones están del revés: «abajo» queda en alguna
parte hacia el fondo de la cámara central. Salgo del
camarote trastabillando, me agarro a las asas del eje y
empiezo a gatear hacia el nido del piloto.
Una ráfaga de calor antecede a un resplandor
cegador: un segmento completo del cilindro se aleja
girando hacia el vacío a mis pies. Lo único que me
separa del vacío es una pared de puntos‐q tan fina
como una pompa de jabón que se materializa con un
parpadeo. Pero ya es demasiado tarde para atajar la
infección. A mi alrededor se arremolinan abrasadores
fragmentos de zafiro: uno de ellos, afilado como una
41

