Page 294 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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Leonard Mark no se movió. Tenía los ojos cerrados.
Estaba enfriándose.
Saul se incorporó.
—Lo matamos nosotros —dijo, sin mirar a los
hombres. Tenía en la boca un líquido amargo—. El
único a quien no queríamos matar. —Se llevó a los
ojos una mano temblorosa—. Traigan una pala.
Entiérrenlo —dijo, alejándose—. No quiero volver
a verlos.
Alguien salió en busca de una pala.
Saul estaba tan débil que no podía moverse. Tenía
los pies clavados en el suelo, con raíces que se
hundían en la soledad y en el miedo, y en el frío de
la noche. El fuego estaba casi apagado. Sólo el doble
claro de luna iluminaba las montañas azules.
Se oyó el ruido de una pala que se clavaba en la
tierra.
—Al fin y al cabo no lo necesitamos —dijo una voz,
demasiado alta.
La pala seguía su trabajo. Saul se alejó lentamente y
se dejó caer al lado de un árbol oscuro. Se sentó
aturdido en la arena, con las manos sobre el vientre.
Dormir, pensó. Vamos a dormir ahora. Nos queda
eso por lo menos. Dormir y tratar de soñar con
Nueva York y todo lo demás.
Cerró cansadamente los párpados. La sangre le
llenó la nariz, la boca y los ojos.
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