Page 36 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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                Uno  a  uno  los  nombró  y  uno  a  uno  ella  se  los  fue

         pasando.  Rogers,  Rodale,  Van  Metier  y  Percy.  Belvedere


         extendió una segunda manta (¿y de dónde había sacado otra

         manta? Quizá del mismo lugar de donde había sacado al

         perro) y los puso uno al lado del otro sobre la lana de color

         azul marino.



                Centellearon.



                —Cuéntame  la  historia  de  Rodale  —dijo  ella,


         acariciando el collar con su pinza.



                Y él la contó, a su manera, una mezcla de la de Oliver y

         la de Roland. Así y todo, por la forma en la que la contó

         resultó una historia bastante buena. Al menos en la medida


         en la que ella supiese valorarla.



                —Coge  los  collares  —dijo—.  Cógelos.  Son  joyería

         fúnebre. Dáselos a la gente y cuéntales las historias. Son para

         gente que recuerde y honre a los muertos.



                —¿Dónde voy a encontrar a toa esa gente? —preguntó,


         cruzándose de brazos—. En la playa no.


                —No  —respondió  ella—,  aquí  no.  Tendrás  que  ir  a


         buscarlos.



                Pero él no quería dejarla. Belvedere y el perro siguieron
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