Page 243 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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Enrolló el papel y se lo devolvió a la señorita Pao.


               Chang volvió a colocar la taza del juez frente a él y


               le sirvió más té. Sin pensar en ellos, el juez juntó el


               pulgar  y  las  puntas  de  los  dedos  y  golpeó


               ligeramente sobre la mesa varias veces.





                  Era un antiguo gesto en China. La historia decía


               que a uno de los primeros emperadores le gustaba


               vestirse de persona común y viajar por el Reino


               Medio  para  ver  cómo  les  iba  a  los  campesinos.


               Frecuentemente,  cuando  él  y  su  equipo  estaban


               sentados  en  una  mesa  en  alguna  posada,  él  les


               servía  el  té  a  todos.  No  podían  hacerle  una


               reverencia sin dejar clara su identidad, por lo que


               hacían aquel gesto, usando las manos para imitar


               el acto de arrodillarse. Ahora los chinos lo usaban


               para  darse  las  gracias  los  unos  a  los  otros  en  la


               mesa. De vez en cuando, el juez Fang se descubría


               haciéndolo, y meditaba sobre lo curioso que era ser


               chino en un mundo sin Emperador.





                  Se quedó sentado, con las manos ocultas en las


               mangas,  y  meditó  sobre  aquel  y  otros  temas


               durante varios minutos, viendo cómo se elevaba


               el  vapor  del  té  formando  una  niebla  que  se


               condensaba  alrededor  de  los  cuerpos  de  los


               micro‐aerostatos.


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