Page 247 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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tubos de neón púrpuras y rosas. Hubiese sido muy
fácil arrancarla y sustituirla por algo mediatrónico,
pero disfrutaban sacando las escaleras de bambú y
colocando las letras de plástico negro en su sitio,
anunciando lo que hiciesen esa noche. A veces
bajaban la gran pantalla mediatrónica y pasaban
películas, y los occidentales venían de todo el Gran
Shanghai, vestidos con esmóquines y trajes de
noche, y se sentaban en la oscuridad viendo
Casablanca o Bailando con lobos. Y al menos dos
veces por mes, la Compañía Parnasse se subía de
veras al escenario y lo hacía: se convertían en
actores en lugar de ractores por una noche, luces,
pintura y disfraces. Lo más difícil era adoctrinar a
la audiencia; a menos que fuesen aficionados al
teatro, siempre querían subirse al escenario e
interactuar, lo que lo alteraba todo. El teatro en
vivo era un gusto antiguo y peculiar, más o menos
al mismo nivel que escuchar cantos gregorianos, y
no pagaba las facturas. Pagaban las facturas con
ractivos.
El edificio era alto y estrecho, sacándole todo el
provecho al caro suelo de Shanghai, así que el
proscenio era casi cuadrado, como los viejos
televisores. Encima de él se encontraba el busto de
una olvidada actriz francesa, apoyada en alas
doradas, flanqueada por ángeles con trompetas y
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