Page 339 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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aunque nunca había permitido conscientemente
que su sentido judicial se desviase, disfrutaba de la
comida.
Empezaron por el té y algunos platos
preliminares en la proa del yate, mientras éste
bajaba por el Huangpu, con los viejos edificios eu‐
ropeos del Bund a la izquierda, iluminados
mágicamente por la luz coloreada que radiaba de
los edificios de Pudong, que se elevaban pre‐
cipitadamente de la orilla derecha. En un punto, el
Doctor X tuvo que excusarse y bajar durante unos
momentos a las cubiertas inferiores. El juez Fang
caminó por la misma proa del barco;
acomodándose en el ángulo agudo de las
barandillas convergentes, dejó que el viento jugase
con su barba, y disfrutó de la vista. Los edificios
más altos de Pudong estaban sostenidos por
enormes aeróstatos; elipsoides llenos de vacío, a
cientos de pisos por encima del nivel de la calle,
mucho más anchos que los edificios que sostenían,
y normalmente cubiertos de luces. Algunos se
extendían por encima del río. El juez Fang dejó des‐
cansar el hombro cuidadosamente sobre la
barandilla para mantener el equilibrio, y luego
echó la cabeza hacia atrás para mirar a la parte
inferior de uno de ellos, que palpitaba con luz
sobresaturada de color. El trompe‐lʹoeil fue
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