Page 400 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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—Que  ocasionalmente  violemos  nuestro  propio


              código             moral             —dijo            el        mayor              Napier,


              desarrollándolo—, no implica que no seamos sin‐


              ceros al defender ese código.





                 —Por supuesto que no —dijo Finkle‐McGraw—


              .  Realmente  es  perfectamente  obvio.  Nadie  dijo


              nunca que fuese fácil adherirse a un código estricto


              de  conducta.  Realmente,  las  dificultades  que  se


              presentan,  los  malos  pasos  que  damos  en  el


              camino, son lo que lo hacen interesante. La lucha


              interna, y eterna, entre nuestros impulsos básicos


              y  las  rigurosas  exigencias  de  nuestro  sistema  de


              moral es quintaesencialmente humana. Es la forma


              como  nos  comportamos  en  esa  lucha  lo  que


              determina  cómo,  con  el  tiempo,  podríamos  ser


              juzgados por un poder superior.





                 Los tres hombres se quedaron callados durante


              unos  momentos,  tragando  cerveza  o  humo,  y


              considerando la cuestión.





                 —No  puedo  evitar  inferir  —dijo  finalmente


              Hackworth—, que esta lección en ética comparada,


              que pienso estaba muy bien articulada y por la que


              estoy  agradecido,  debe  de  estar  relacionada,  de


              alguna forma, con mi situación.





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