Page 441 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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excepcionalmente                         grandes              porque              estaban


              diseñados  para  verse  desde  las  tierras,  acanti‐


              lados,  terrazas  y  patios  de  Nueva  Atlantis,  a


              kilómetros de distancia.





                 La  exposición  continua  a  ese  tipo  de  anuncios


              producía cansancio mediatrónico en la audiencia.


              En  lugar  de  desconectarlos  y  dejar  en  paz  a  la


              gente de vez en cuando, los propietarios se habían


              embarcado  en  una  especie  de  carrera  de


              armamento,  intentando  descubrir  la  imagen


              mágica que haría que la gente ignorase los otros


              anuncios y se fijase exclusivamente en los suyos.


              El  paso  evidente  de  hacer  los  mediatrones  más


              grandes que los otros se había llevado al extremo.


              Algún tiempo atrás el tema del contenido se había


              fijado: tetas, ruedas y explosiones parecía lo único


              que  llamaba  la  atención  de  los  grupos  de  re‐


              ceptores  profundamente  distraídos  aunque,  de


              vez  en  cuando,  jugaban  la  carta  de  la


              yuxtaposición y ponían algo incongruente, como


              una  escena  natural  y  un  hombre  con  un  jersey


              negro  de  cuello  alto  leyendo  poesía.  Cuando


              todos  los  mediatrones  tenían  treinta  metros  de


              alto y estaban repletos de tetas, la única estrategia


              competitiva que no se había llevado al límite eran


              los  trucos  técnicos:  dolorosas  luces  brillantes,


              saltos,  y  fantasmas  tridimensionales  simulados


                                                                                                          441
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