Page 450 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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—¿Qué debemos hacer?
Harv tenía aspecto de no querer hablar sobre
eso.
—Para empezar, cojamos algunas cosas gratis.
Siguieron una ruta indirecta y sigilosa hacia la
costa, permaneciendo lo más lejos posible de los
grupos de borrachos que se movían por entre la
constelación incandescente de burdeles como
trozos fríos y oscuros de roca que se abrían paso
por entre una brillante nebulosa de jóvenes
estrellas. Llegaron hasta un C.M. público en una
esquina y eligieron cosas del menú gratuito: cajas
de agua y nutri‐sopa, sobres de sushi hechos de
nanosurimi y arroz, barras de chocolate y paquetes
del tamaño de la mano de Harv llenos de promesas
implausibles en letras mayúsculas («¡REFLEJA EL 99
% DE LA LUZ INFRARROJA!») que al desdoblarse
formaban enormes mantas metalizadas. Nell había
visto muchas formas irregulares tendidas por la
playa como enormes larvas plateadas. Debían de
ser colegas transeúntes envueltos en aquello mis‐
mo. Tan pronto como recogieron sus provisiones,
corrieron a la plaza y eligieron un sitio. Nell quería
estar cerca de la orilla, pero Harv hizo algunas
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