Page 109 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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vez había visto adonde iba Knossos! De pronto; el

               funambulista desnudo hizo una voltereta y se puso

               en vertical sobre una sola mano, en equilibrio per‐


               fecto, mirando hacia donde estaba Sean. Mantenía

               la postura con una maestría increíble.

                      Sean hizo bocina con ambas manos.


                      —¿Hacia dónde ha ido Knossos? —le pregun‐

               tó—. ¿Hacia dónde?

                      El desnudo trepador se dejó caer hacia delante


               a  continuación  de  su  voltereta  sobre  la  curva  de

               aquella hoja aserrada cada vez más estrecha, y a un


               par de palmos de su extremo. ¡No era posible que

               recobrase el equilibrio! Ni siquiera lo intentó. Muy

               por encima de la cabeza de Sean convirtió su volte‐


               reta en un salto al vado, como si la mesa de piedra

               que estaba debajo fuese una piscina. Cayó en silen‐


               cio, sin dejar escapar un grito, con los brazos pega‐

               dos al cuerpo.

                      Por un instante, Sean hizo intención de atrapar‐


               le o, al menos, de frenar su caída, pero se dio cuen‐

               ta de que él mismo resultaría herido o muerto si se

               interponía en la caída del volatinero. No pudo ha‐


               cer  otra  cosa  sino  apartarse  corriendo.  El  saltador

               se estrelló contra la roca con la cabeza por delante y

               se rompió el cráneo, que se convirtió en una san‐


               grienta papilla.




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