Page 106 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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la mesa de piedra, pero aquél se había despistado.

               Sus alas chocaban contra la pared de cristal. Ago‐

               tado, las replegó y se dejó caer, resbalando dentro


               del  tubo  que  arañaba  con  las  patas  y  perdiendo

               plumas, hasta que cayó al agua. Luego remontó el

               vuelo  entre  una  lluvia  de  salpicaduras,  molesto  y


               empapado,  y  prefirió  salir  de  la  gruta  por  el  ca‐

               mino ordinario.

                      —Hauptwerk —dijo Jerónimo con orgullo—. El


               Gran  Órgano,  la  Obra  Magna.  ¡Ojalá  también  tu‐

               vierais alas!


                      Sean intentó mirar por la luz del más ancho y

               menos inclinado de los tubos, que tal vez pudiera

               franquearse  a  gatas.  Vio  que  una  cara  le  contem‐


               plaba por la desembocadura del otro extremo: un

               rostro de larga y algo carnosa nariz, y de boca con


               las  comisuras  torcidas  hacia  abajo,  una  faz  más

               meditativa que lúgubre, con el nacimiento del ca‐

               bello color castaño muy cerrado sobre las cejas. Iba


               vestido, ya que Sean vislumbró el cuello de un sa‐

               yal.

                      —¡Knossos! ¿Eres tú? —gritó, utilizando el tu‐


               bo como resonador—. ¡Eh! ¡Espera!

                      Junto a la cabeza del hombre apareció la de una

               urraca, posada en el hombro de aquél, una segunda


               cabeza de ojos pequeños, redondos y brillantes, ro‐

               deados de finas plumas. El pájaro observó a Sean y

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