Page 117 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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Pues  bien,  si  consideramos  la  ruta  de  escape  de

               nuestro amigo bajo ese prisma, ella sugiere que es‐

               tamos en el buen camino; aún estamos a tiempo de


               alcanzar a Knossos.

                      Jerónimo se frotaba las manos con entusiasmo,

               hasta que atraparon trazas de fosforescencia y sa‐


               lían verdes de las palmas.

                      —¡Tú habrás sido mi suerte, Sean!

                      —Pareces una gitana de las que dicen la bue‐


               naventura —dijo Sean.

                      No se sentía en forma. Demasiados años trans‐


               curridos bajo el frío de la hibernación, y luego una

               orgía para ponerse a tono... Notaba que necesitaba

               sumergirse en algo, como Aquiles niño, que le en‐


               dureciera y le templara. En efecto comprendía las

               cosas que estaba diciendo Jerónimo y que desper‐


               taban ecos muy profundos en su fuero interno. Só‐

               lo  que  una  cosa  era  tratar  con  esa  especie  de  co‐

               rrientes  psíquicas  por  la  vía  de  los  sueños  y  del


               lenguaje  simbólico,  y  otra  muy  distinta  tener  que

               perseguirlas concretamente, pies en tierra o incluso

               arrastrándose sobre las manos y las rodillas.


                      —¡Ah! ¡Veo que estás contrariado! —dijo Jeró‐

               nimo—  Pero,  ¿no  te  das  cuenta  de  que  estás  ha‐

               ciendo  progresos?  Knossos  te  ha  dado  una  buena


               pista, ¡y eso es mucho más de lo que nunca ha que‐

               rido darme a mí!

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