Page 118 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—¿Una pista? ¿Cómo? ¿Que busque lugares de
peligro?
Pero sí: había sido una pista. Knossos realmen‐
te simpatizaba con sus esfuerzos.
Incorporándose sobre el suelo de piedra donde
se había dejado caer, Sean se sumergió en las aguas
azules para lavarse el sudor de su cuerpo, no sin
comprender que con ello, además de hacer una
ablución, celebraba una especie de rito. Sumergía
su yo ignorante, en el seno de un crómlech alquí‐
mico, dentro de un vaso... que iluminaba la gruta. El
lago era en realidad un crisol... Se sumergió y abrió
los ojos debajo del agua, pero veía tan mal como un
pez en tierra firme.
En el agua nos ahogamos, pensó. El agua es el
océano del inconsciente, en donde hemos evolu‐
cionado como peces antes de poseer conciencia al‐
guna, sólo con la preconciencia..., con ese viejo ce‐
rebelo situado sobre la médula espinal que com‐
partimos con los peces... ¿Qué es el bautismo sino
una evocación de ello, así como de las aguas am‐
nióticas en el seno materno? Al regresar bajo las
aguas, ahogamos nuestra conciencia en lo incons‐
ciente, en busca de la reintegración y de una con‐
ciencia más elevada. ¿Por qué se dejó caer el acró‐
bata desde la hoja pétrea de agave hacia la pura ro‐
ca, como si creyera que ésta fuese el mar? ¿Tal vez
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