Page 119 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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empujado  a  la  desesperación  por  «la  Obra»?  ¿O

               había  visto  un  atajo,  una  manera  de  ahorrar  ca‐

               mino? ¿Una sublimación? Si ahora mismo me aho‐


               gase aquí, si inspirase estas aguas de la destilación,

               ¿despertaría  como  pez  preconsciente  para  arras‐

               trarme  sobre  mis  aletas  hacia  la  tierra,  luchando


               por volver a la marcha erecta y a mi estado ante‐

               rior..., pero más plenamente integrado con el cere‐

               bro primitivo?


                      Los pulmones le dolían como si le fueran a re‐

               ventar. Permitió que su cabeza asomase a la super‐


               ficie y, tras sacudirse para expulsar el agua de los

               oídos,  salió  del  agua  y  se  agitó  hasta  secarse  por

               completo.


                      ——Será mejor decirles a Denise y a Muthoni

               que  ha  escapado...  Pero  ¡un  momento!  Ellas  tam‐


               bién han debido ver cómo saltaba. ¿Dónde están?

               ¡Muthoni!

                      Sean  corrió  hacia  la  salida  posterior  y  por  el


               sendero entre los zarzales.

                      En seguida vio a la keniata. Estaba sentada cer‐

               ca de allí, con las piernas cruzadas; delante de ella,


               un unicornio blanco le hocicaba el regazo. El largo

               cuerno en forma de destornillador hozaba la tierra

               cubierta de hierba.


                      —¡Muthoni!




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