Page 122 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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muerte de Denise, al menos, le demostraba que al‐
go importante estaba a punto de ocurrir... A no ser
que hubiese ocurrido ya en su ausencia. Sonrió con
malicia.
—Tendrá que pasar por el Infierno, eso es todo.
—¿La ha enviado al Infierno? ¡Cómo! ¡El
muy...!
Muthoni acarició el cabello dorado de Denise:
su alegría cuando despertó, el regalo del frío. Lue‐
go le cerró suavemente los ojos con el índice y el
pulgar.
—Tenéis una idea deformada de para qué sirve
el Infierno.
—¿Acaso no es doloroso? ¿Acaso no torturan?
¡Cómo va a ser el Infierno si no torturan!
—Encontrarse con el propio yo profundo pue‐
de ser una tortura. Hay que sumergirse en ese
horno.
—¡Palabras vacuas sobre lo que ha sido un ase‐
sinato!
—¿Queréis que os diga un chiste? Ahí va uno:
quizá Denise, ahora mismo, se encuentra bastante
vacua también, ¡ya que tiene un buen agujero en el
pecho! Es una broma bastante vacua, dadas las cir‐
cunstancias —continuó Jerónimo con una risa es‐
túpida. Era una risa amarga, como si acabaran de
elegirle para hacer el payaso al pie de una crucifi‐
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