Page 124 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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cho  de  Denise.  Doblando  el  cuello,  volvió  a  abrir

               con el pico los ojos sin vida. Los hombres llegaron

               al fin, entre bufidos y jadeos, y depositaron el mo‐


               lusco  en  el  suelo,  al  lado  de  Denise,  tras  lo  cual

               sonrieron y se pusieron a secarse la frente. Las dos

               valvas de la ostra aparecían revestidas por dentro


               de una carne lechosa, y el reborde nacarado lanzó

               iridiscencias azules y plateadas.

                      —¿Quiénes sois? —les gritó Muthoni.


                      Pero ellos no hicieron caso, e incluso la empu‐

               jaron  cuando  ella  intentó  oponerse  activamente,


               mientras tres de los hombres aleaban el cadáver de

               Denise y lo deslizaban dentro de la concha abierta.

               Luego hicieron presión sobre la valva superior, que


               se cerró sobre ella a modo de tapa de ataúd.

                      —¿Adónde os la lleváis?


                      Entre gruñidos y jadeos, y sin dar explicación

               alguna, aquel personal de pompas fúnebres levantó

               la ostra hasta cargársela sobre las espaldas. Luego,


               inclinados  bajo  la  carga,  echaron  a  andar  con  el

               mismo  ritmo  acelerado  que  antes  y  meneo  de

               hombros, codos y piernas con los músculos tensos


               por el esfuerzo.

                      Jerónimo  impidió  que  sus  compañeros  los  si‐

               guieran (Él se reprimía también, procurando no ol‐


               vidar que era El Testigo.)




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