Page 12 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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los desplazaba bruscamente hacia otro lugar de en‐

               trada.  Los  seis  tripulantes  de  la  astronave  experi‐

               mentaron un alivio considerable. Haber navegado


               desde  tan  lejos,  durante  tantos  años,  para  acabar

               estrellándose...,  hubiera  sido  impensable.  Así  que,

               cada uno por su cuenta, procuraron no pensarlo y


               prefirieron dirigir la atención hacia el mundo exte‐

               rior.

                      —Buen trabajo, Paavo —dijo Austin Faraday—


               . Luego veremos qué ha fallado. Por lo demás, ha

               sido un aterrizaje tal como viene en el manual. De


               manera  que  fue  aquí  donde  vinieron:  al  Objetivo

               Tres.

                      El geólogo y capitán se alisó su blanca melena.


               Aunque no era un anciano..., salvo si añadiéramos

               los ochenta y siete años de sueño e hibernación a


               sus cuarenta y dos años naturales. Era un rubio de

               pelo  muy  claro,  con  un  mechón  como  teñido  con

               agua oxigenada que había seguido creciendo muy


               lentamente  durante  la  hibernación,  lo  mismo  que

               los cabellos y las uñas de los demás, y tal como si‐

               guen creciendo durante algún tiempo los cabellos y


               las uñas de los muertos que descansan en el ataúd.

               Y en efecto, los seis habían pasado todos aquellos

               años  en  ataúdes,  como  si  fueran  difuntos:  tres


               hombres y tres mujeres. Austin, Paavo y Sean Ath‐

               lone, Tania Rostov, Denise Laroche y Muthoni Mu‐

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