Page 135 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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Se volvió rápidamente.
Otra cosa metálica le contemplaba: azulada, en
forma de garita de castillo, como de un metro de al‐
to. Un tejado cónico, parecido al gorro de un paya‐
so, se asentaba sobre unas seemos. He aquí la res‐
puesta a tu tercera pregunta. Ahora mi programa
me dice que cuente hasta diez, ¡para que desapa‐
rezcas! De lo contrario, ensayaré tu umbral de re‐
sistencia al dolor con mis aguijones. Uno, dos...
Sean trepó sobre el reborde de la concha, ha‐
ciéndose daño en las desnudas piernas, y huyó a
través de los charcos helados. Corría hacia el calor,
hacia el fuego de las factorías infernales, o lo que
fuesen. Las manos se tendían por sí solas hacia el
calor, las piernas le llevaban hacia donde ellas que‐
rían y no pudo hacer otra cosa sino dejarse llevar.
Casi tropezó con Denise. Estaba echada de es‐
paldas, con un tobillo atrapado en el hielo. A su la‐
do, una barca naufragada y prisionera también del
hielo apuntaba hacia arriba.
Tenía los cabellos desparramados en abanico
sobre el hielo, y su cuerpo era tan blanco como
siempre. Allí, atrapada, parecía tan vulnerable que
Sean tuvo una erección. Cuando se alzó sobre ella
en toda su negritud, ella dio una palmada.
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