Page 140 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
P. 140
—A los «demonios» se les supone tradicional‐
mente embusteros, ya lo sé. Pero..., quizá Dios se
ocupa de todo lo que sea capaz de realizar el inten‐
to de comprenderle. Por otra parte, nosotros fui‐
mos los creadores de la inteligencia artificial, así
que tal vez seamos responsables de ello ahora. Ha
de compartir nuestro destino.
—No la hicimos tan inteligente como eso...,
aunque la Copernicus tenía un ordenador todavía
más cuasiviviente que el de la Schiaparelli.
—No, no lo hicimos, pero Él se dispone a op‐
timizarla, lo mismo que quiere optimizarnos a no‐
sotros. Las máquinas son una proyección de noso‐
tros mismos; por eso han de estar aquí. Aunque no
son máquinas de la gracia amorosa, que digamos,
sino artefactos del demonio.
—Máquinas..., ¿de qué?
—De la gracia amorosa. Eso es de un antiguo
poema. Es la visión de un futuro cibernético en
forma de prado lleno de animales y de humanos
«vigilados por máquinas de la gracia amorosa».
Esas máquinas se han alejado bastante del paraíso,
diría yo.
—¿Porque nunca nos hemos nado de ellas en
realidad? Sólo las hemos utilizado lo mismo que
siempre hemos utilizado la naturaleza. ¿O quizás
estaba en nuestra mano hacer que fuesen inteligen‐
140

