Page 137 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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Ella no podía fundir el hielo con el calor de su

               cuerpo, pero él sí. ¿Tal vez porque había escapado

               del calor hacia el frío?


                      Con  su  ayuda,  Denise  logró  ponerse  en  píe  y

               ambos  regresaron  a  la  orilla  de  donde  ella  había

               partido.  Aunque  ya  no  era  ninguna  orilla,  sino


               simplemente la continuación de un paisaje ártico.

                      —Según mi máquina, Muthoni está cerca. Por

               si acaso, mira si distingues una negra blanca.


                      —Yo debía llevar una gran herida sangrante en

               el pecho —se asombró Denise mientras se explora‐


               ba a sí misma—. Ni rastro. Estoy curada.

                      Tampoco  Sean  llevaba  señales  de  su  última  y

               mortal batalla; en cambio le quedaba la herida cau‐


               sada por la garza. Tal vez era imprescindible que

               desapareciesen las heridas mortales, o de lo contra‐


               rio las víctimas no podrían seguir sufriendo.

                      —No son los mismos cuerpos, Denise, sino co‐

               pias. El mío es una copia negativa. Nuestra carne


               anterior se disolvió, y se formó carne nueva a partir

               de esa otra dentro de la que desperté. Es el gran se‐

               creto  que  buscaban  los  alquimistas:  una  sustancia


               transformadora.  La  Piedra,  el  aqua  nostra.  Está

               aquí..., y es Él. Puede sacar la imagen de toda una

               personalidad y transferirla... es una especie de pro‐


               yección anímica.

                      Sean se frotó una ingle dolorida y continuó:

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