Page 139 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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permite pensar y razonar.... si nos hacemos dignos

               de ello.

                      Sus  pies  se  removían  al  sentir  la  quemadura


               del hielo.

                      —¡Anda!  —le  urgía—.  ¡Muévete!  Camina  de‐

               prisa. Busca ese luego.


                      —Busquemos a Muthoni.

                      Con una mano apuntaba a las edificaciones en

               llamas y al puente de la batalla; con la otra la tomó


               del brazo y tiró.

                      Denise ladeó la cabeza con un gesto de incre‐


               dulidad.

                      —¿De veras crees que el Infierno sirve para ha‐

               cernos más fuertes?


                      Mientras andaban, él le contó lo que había di‐

               cho el castillete.


                      —¡Hasta las máquinas quieren elevarse por en‐

               cima  de  sí  mismas!  Tal  vez  éste  sea  el  lugar  ade‐

               cuado para que evolucionen ellas, mientras el nues‐


               tro  sería  el  Jardín.  ¿Sabes  una  cosa?  ¡Aquí  este

               cuerpo  mío  me  parece  no  poco  maquinal!  Imper‐

               turbable, aunque los nervios estén al rojo vivo. So‐


               mos aquí como unos robots de carne.

                      —¿Es verdad que esas máquinas son los despo‐

               jos  de  la  Copernicus?  ¿Qué  interés,  tiene  Dios  en


               desmotar y hacer evolucionar los elementos del or‐

               denador de la Copernicus?

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