Page 131 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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¡Raciocina! ¡Piensa para que se aleje el sueño! ¡
Destiérralo! Sean plantó cara al león, mirándole a
los ojos. ¿No te gusta eso, eh? Sí, ¡aduéñate de él
con la vista! Así es como se domina la mirada de
un predador. ¡Domínalo!
No hay predadores aquí, en el Jardín..., excepto
cuando... Yo soy el predador, el que informa al león
sobre cómo debe reaccionar...
En un segundo supo que no era tan importante
lo que hiciera en aquel momento, como lo que pen‐
sara... De lo contrarío, la parte onírica de su cerebro
le devoraría.
El miedo cantaba revoltijos de oro a su alrede‐
dor..., una red para atrapar leones, un palo aguza‐
do para atravesarles la garganta.
Garganta seca necesita sangre. Colmillos. Cru‐
jen. Muerden. Desgarran...
Con un rugido, el león saltó, Un golpe de alien‐
to ardiente (¿dulce..., de la dieta de frutas?)... Sean
era todo melena y músculos, que le tumbaron de
espaldas. No sintió el instante de dolor; el mensaje
llegaba demasiado lento... antes creyó sentir que le
estallaba el corazón.
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