Page 149 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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La mujer se puso a gritar, con los ojos cerrados,
para excluir a Muthoni de su esfuerzo de concen‐
tración. Una pequeña burbuja fantasmal, más o
menos ectoplásmica, empezó a salir de la parte de
atrás de su cabeza, y se infló en seguida como si
fuese goma de mascar Muthoni, maliciosa, la pin‐
chó con su tridente. La frustrada gorda aporreó el
suelo con ambos puños.
—Así remeda ella la manera en que Dios sepa‐
ra el mundo de sí mismo —exclamó una voz—.
Osa burlarse, porque no sabe de qué muerte murió.
Pero ya se enterará, tan pronto como haya apren‐
dido a librarse de sus tentaciones y sepa verlas co‐
mo lo que son en realidad.
El cuerpo desnudo del que había hablado era
una neblina de enfermizo color azul. Por lo demás,
sin embargo, se trataba de...
—¡Jerónimo! ¿No nos habías abandonado, bas‐
tardo, dejando que nos despedazaran? ¡Y te atreves
a llamarte capitán!
—Espera un momento...
—¡Cobarde! ¡Desertor! ¡Mwoga! ¡Mtoro!
Furiosa, Muthoni dio un salto para salir de la
zanja y, esgrimiendo su tridente, se lo clavó a fon‐
do en la barriga. Jerónimo exhaló un grito y cayó
de espaldas, arrancándose los escalpelos. Gemía y
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