Page 148 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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La gorda se sentó en el suelo, con los ojos con‐
gestionados de lágrimas, y se frotó la cabeza.
—¿Por qué has hecho eso? ¡Diablesa! —
escupió—. Ahora tendré que soñarla otra vez.
Dicho lo cual se tumbó de nuevo sobre los
neumáticos de grasa. Muthoni le dio un puntapié
que hizo retemblar aquellas mantecas.
—¿Qué haces ahí, gordinflona?
La mujer la miró con cierta timidez que casi
podía ser coquetería.
—¡No creas ni por un instante que estás viendo
la realidad de mi persona! Permíteme que te diga
que soy muy hermosa. ¡Eso lo recuerdo perfectamen‐
te! No será fácil que se me olvide jamás.
—¿Así que ése es tu sueño, eh? ¿La belleza? —
se burló Muthoni—. ¡Pues estabas soñando una va‐
ca, un condenado y horrible montón de carne de
vaca!
—¿Y cómo puedo yo ver lo que estaba soñan‐
do? —sollozó la mujer—. ¡Puesto que me brota por
detrás! ¿Una vaca, dices? ¡Mientes, maldita embus‐
tera! Sé que era algo hermoso..., porque yo soy lo
que soy. ¡Por eso me lo has quitado! Ya lo había
conseguido. Casi lo había conseguido. Estaba segu‐
ra de que era una hermosura.
—Lo siento. Me parece que tu imaginación an‐
da desmandada... ¡Y lejos de ti!
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