Page 155 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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Jerónimo aún yacía donde Muthoni le había
dejado, con las manos en la barriga, y muy callado.
Ella examinó la herida de la que había sido autora.
—¿Cómo estás? —inquirió débilmente Denise.
Jerónimo la miró con aire acusador.
—Me duele horrores.
—¿Morirá? —susurró Denise.
—No de esto —cortó Jerónimo—. Pero sí me
fastidiará durante bastante tiempo. ¡Sobre todo pa‐
ra comer y beber! Y ahora mismo tengo mucha sed.
Sólo entonces Sean se dio cuenta de que él
también tenía los labios agrietados de tan resecos.
No se le había ocurrido pensar en ese aspecto del
calor...
—¿Acaso también en el Infierno se necesita
comer? —saltó Muthoni antes de que Sean se pu‐
siera en ridículo con la misma pregunta.
—¡Si es que encuentras algo que comer y beber!
Estos son cuerpos, y los cuerpos necesitan energía.
—¡Ah! Yo pensé que...
—Pensaste mal. No nos alimentamos de infu‐
siones mágicas.
—Pero ¿hay aquí algo que comer? No se ve ni
una brizna de hierba. ¿Qué frutos pueden darse en
el Infierno?
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