Page 158 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—¡No hagan eso! —gritó Muthoni.
Corrió hacia ellos esgrimiendo su tridente, pe‐
ro el de la coraza le cerró el paso. Las puntas del
tridente se estrellaron contra la armadura; una de
ellas se rompió y la otra quedó doblada. Él le asestó
un tajo y Muthoni se echó atrás, parando la cuchi‐
llada.
Mientras tanto, las tropas del hombre de la co‐
raza trabajaban febrilmente en descuartizar la res y
lo salpicaban todo de sangre pegajosa. Para evitar
que se retirasen dejándole sin su parte, el de la co‐
raza dirigió un último tajo precipitado contra Mu‐
thoni y se batió rápidamente en retirada.
La gorda los cubrió de improperios durante un
rato, y luego se resignó. Quedaban sólo un par de
costillas ensangrentadas y un poco de pellejo, junto
con una o dos pezuñas. Ella alargó una de sus gor‐
dezuelas manos para examinar las sobras de la car‐
nicería, como si aquella banda se las hubiese deja‐
do como regalo. Luego se llenó la boca de carne y
empezó a masticar.
—Prefiero morirme de hambre —dijo Denise
con repugnancia.
—¿De veras? —rió Muthoni—. Es su propio
sueño lo que come. Ya me gustaría soñar algún bo‐
cado, con tal de comer algo.
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