Page 159 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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¿Qué  clase  de  realidad  es  ésta?,  se  extrañaba

               Sean.  ¿Existen  direcciones  en  el  Infierno?  ¿Tiene

               partes distinguibles? ¿Cómo puede existir un lugar


               sin «partes diferenciadas»?

                      Pues bien, la respuesta parecía ya bastante ob‐

               via.  El  Infierno  era  una  zona  que  coincidía  indis‐


               criminadamente consigo misma en todas partes, y

               donde los contenidos se confundían sin que fuese

               posible diferenciarlos. El ego tenía que ser tragado


               por la oscuridad, por la invisibilidad de aquel no‐

               lugar. ¿Por qué? Para que fuese posible percibir el


               psiquismo preconsciente, cuya vida es la condición

               preliminar para que un «ego» sea posible.

                      Así que aquí estoy yo (Ego), en medio de un ti‐


               ra y afloja de fuerzas psíquicas, donde los egos se

               dedican a poner en práctica las primitivas maneras


               preconscientes,  incoherentes.  El  paisaje  que  con‐

               templaba  era...,  el  del  subconsciente.  Deseo,  agre‐

               sión, canibalismo, oscuridad. Sin embargo, él y sus


               acompañantes  llevaban  allí  una  existencia  relati‐

               vamente encantada. Relativamente.

                      —Jerónimo dice que tendremos que llevarle —


               advirtió Denise.

                      —¡Mvivu!  ¡Ese  pendón!  —exclamó  Muthoni,

               pero se arrepintió en seguida—. Si pudiéramos ha‐


               cer unas parihuelas...

                      Paseó la vista por el yermo.

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